Palabra del Señor
REFLEXION
El epílogo del
Evangelio de Juan tiene que ver con la misión propia del «discípulo amado». El
texto está formado por dos pequeñas unidades: la predicción sobre el futuro del
discípulo amado (vv. 20-23) y la conclusión del Evangelio (vv. 24s). El
redactor del evangelio en el capítulo 21 aborda el tema de la relación entre
Pedro y el discípulo amado. El tono un tanto polémico de estas últimas frases
reflejan de algún modo las tensiones que se vivían en las primeras comunidades
cristianas. El evangelista regulariza la relación entre Pedro y el discípulo
amado con una palabra de autoridad de Jesús: «Si quiero que se quede hasta que
yo venga, ¿a ti qué? Tú Sígueme».
En su esencia, la
respuesta de Jesús a Pedro fue una solicitud a recordarse que era a Él a quien
debía «Seguirlo» (21:19); el destino del discípulo amado no era asunto suyo.
Mientras Pedro debe asumir una muerte violenta, el discípulo amado debía
sobrevivir hasta la venida de Jesús. El Evangelio nos muestra que lo
decisivo es seguir a Jesús. El seguimiento tiene un carácter personal y no se
puede transferir. Nace de un encuentro personal con Jesús y de una respuesta
libre que se da, con la cual se establece una relación personal con él. Por
eso, la medida del seguimiento para unos no tiene por qué ser la misma para
otros. Al final estamos todos en el camino del seguimiento.
En los últimos
versículos se hace una referencia a la validez del testimonio del discípulo
amado que garantiza el contenido del «Cuarto Evangelio». El epílogo se concluye
con unas palabras que nos quieren recordar que las obras de Jesús recogidas en
este Evangelio son solo una mínima selección de todas aquellas que Él ha
realizado. Pero como indica Jn 20, 31, son suficientes para ofrecer una base de
fe para creer que Jesús es el Cristo, y los lectores, por medio de esta fe,
sean llevados a hacer la experiencia de vida eterna manifestada en Jesús.
Fraternalmente,
Edgardo Guzmán, cmf.
eagm796@hotmail.com