En aquel tiempo, dijo Jesús
a sus discípulos:
REFLEXION :
Por muy
paradójico que nos pueda parecer, quizá el primer testimonio que podemos dar de
Jesús es dedicar tiempo a la escucha, a dejar que sea el otro el que nos
cuente, nos hable de su vida, de lo que son sus problemas, sus dolores y
también sus gozos y sus esperanzas. Por muy paradójico que nos pueda parecer,
lo primero no es hablar, no es invadir al otro con nuestras razones, con
nuestras ideas, con nuestras creencias sino guardar silencio y abrir los oídos
y el corazón para empatizar con el otro, para sentir con él, para dejarle hueco
para que hable y se exprese sin estar pensando en cómo interrumpirle para decir
eso tan importante que tenemos que decir.
Al final, hacer eso no es más que hacer lo que hace el mismo Dios con
nosotros, que antes de nada se acercó a nosotros y compartió nuestro pan y
nuestro vino, nuestros caminos y nuestras vidas. Se hizo uno de nosotros. No
invadió nuestra intimidad sino que se dedicó a escuchar, a comprender, a
entender.
Que como Pablo seamos capaces de trabar conversión, de acercarnos a
todos y escuchar para atender sus necesidades, para echar una mano, como lo
haría Dios mismo. Que seamos capaces de atender al Espíritu que, en su
silencio, nos da testimonio del Dios que siempre nos escucha, nos cuida y
siente con nosotros.
Fernando Torres cmf