Palabra del Señor
REFLEXION:
La historia
va de tristeza y alegría. Parece que, cuando el mundo está alegre, a los
cristianos nos toca estar tristes. Y viceversa. Hay que tener en cuenta un dato
que nos enseñan los estudiosos del nuevo Testamento: cuando el autor del
evangelio de Juan habla del “mundo” no se refiere exactamente al mundo en el
que vivimos, al que nos rodea, a la calle, a las personas que son nuestros
vecinos y con los que trabajamos y reímos y lloramos. El “mundo” en el
evangelio de Juan es como la personificación del mal, de todo lo malo que hay
en nuestro mundo, valga la redundancia. El mundo son las fuerzas que se oponen
a la buena nueva del Reino, a Jesús, que es la presencia viva y amorosa, hecho
hombre, del amor de Dios para cada uno de nosotros.
Ahora podemos entender mejor la oposición que plantea Juan. Claro que el
mundo está alegre cuando va ganando la partida, cuando los buenos se dejan
comer la moral y pierden la esperanza. Pero esa partida no va a terminar así.
El “mundo” no va a ganar. Porque Dios no lo va a permitir. Porque su amor por
nosotros es total.
Hermanos y
hermanas, la suerte está echada. Dios no va a perder la partida. Otra cosa es
que la partida se alargue. También hay partos que se alargan y son causa de
mucho sufrimiento para la madre. Pero al final, el niño nace y la alegría brota
espontánea porque una nueva vida se ha hecho presente en el mundo. Y la
esperanza se reafirma y hace más fuerte.
Es posible que hoy estemos tristes, que nos encontremos en medio de muchas
dificultades. Pero no podemos perder la esperanza. Por mucho que ahora nos
rodee la oscuridad. Dios está de nuestro lado. Y no nos dejará de su
mano.
Fernando Torres cmf