Palabra del Señor
REFLEXION
El texto del
Evangelio se centra en la figura de Simón Pedro. El evangelista especifica cuál
es el rol del apóstol en la comunidad eclesial: es llamado al oficio de pastor
(vv. 15-17), y a dar testimonio con su martirio (vv. 18s.). El evangelio del
«discípulo amado» recupera, por así decirlo, el papel de Pedro en la clave del
amor. Solo el que ama puede pastorear el rebaño reunido por el amor. Solo el
que responde al amor de Cristo es capaz de ser responsable de su rebaño.
Jesús, por
consiguiente, antes de confiarle a Pedro el encargo de Pastor de la Iglesia, le
invita a una confesión de amor. El Señor le interroga por el amor tres veces
(vv. 15.16.17), refiriéndose de este modo a la triple negación. Jesús no le
reprocha nada. Solo insiste en el amor. Esta insistencia de Jesús puede
ser interpretada como la condición para establecer una relación de comunión, de
amistad, de filiación que Pedro tiene que tener con el Señor. Antes que, en cualquier
capacidad humana, el ministerio pastoral de Pedro se basa en una experiencia de
íntima comunión con el Señor. No se trata de un puesto de prestigio y de poder.
El servicio de
Pedro brota de una relación profunda con Jesús, quien conoce su corazón.
«Jesús, buen Pastor, no humilla ni abandona en el remordimiento: en Él habla la
ternura del Padre, que consuela y relanza; hace pasar de la disgregación de la
vergüenza – porque verdaderamente la vergüenza nos disgrega – al entramado de
la confianza; vuelve a donar valentía, vuelve a confiar responsabilidad,
entrega a la misión. Pedro, que purificado en el fuego del perdón pudo decir
humildemente “Señor, Tú conoces todo; Tú sabes que te quiero” (Jn 21, 17).
Estoy seguro de que todos nosotros podemos decirlo de corazón» (Homilía del
Papa Francisco, jueves 23 de mayo de 2013)
La misión de la
Iglesia y de cada uno de sus discípulos se realiza siempre en el seguimiento de
Jesús, que inicia cuando respondemos a su pregunta: «¿Me amas?». «Señor, tú
conoces todo, tú sabes que te quiero». Este hermoso texto del Evangelio nos
recuerda que el amor de Jesús, tanto el que él tiene por nosotros como el que
nosotros profesamos por él, pasa por el cuidado de los demás. El Espíritu nos
conceda la gracia de permanecer con amor en el seguimiento de Jesús.
Fraternalmente,
Edgardo Guzmán, cmf.
eagm796@hotmail.com