En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
Palabra del Señor
REFLEXION:
Jesús ha comenzado
diciendo: “Os dejo la paz. La paz os doy”. La paz que Jesús
nos deja no es solo ausencia de conflictos armados. La paz de Jesús es
Bendición, Don que contiene todos los dones. Es el don de la Resurrección a su
Iglesia, el principio de la nueva creación. La paz de Jesús es una paz
universal, pero no hay recetas rápidas y seguras para ella. Se construye en el
día a día, y se halla en la fraternidad y en la delicadeza del encuentro con
los hermanos. Es una paz que es don y conquista permanente.
El Señor ha
derramado su paz en nuestros corazones. Una paz que es seguridad y fuerza. Una
paz que nos asegura: “Si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra
nosotros?” Una paz que nos da tranquilidad y esperanza. Una paz que
nos acompaña siempre. Una paz que es motivo de constante alegría, porque Jesús
ha dicho: “Yo estaré con vosotros todos los días hasta el final de los
tiempos”. Sin embargo en este tiempo de pandemia han hecho acto de
presencia la inquietud y el temor. Dios parece callarse dentro de nosotros, no
responde como quisiéramos. Este silencio nos espanta, hace saltar las dudas y
la paz parece estar asediada. Estamos inquietos, nerviosos, preocupados…
Quisiéramos respuestas rápidas y contundentes. En estos momentos tenemos
que recordar que Dios está presente en la luz oscura de la fe; que debemos
ejercitar la fe para oír aquello que no oímos, ver aquello que no vemos,
agarrarnos a lo que buscamos en la niebla. No podemos olvidar que Dios está
presente, pero no poseído en plenitud; que la fe madura en el tiempo de la
ausencia; que la fe se perfecciona en la búsqueda; que la fe se purifica a
través de los acontecimientos más duros y difíciles.
Jesús también ha
dicho: “Me voy, pero volveré a vosotros”. El Señor promete su
presencia y su acompañamiento. No nos deja huérfanos. Él será quien nos
defienda del Malo, quien nos consuele en las luchas y dificultades, quien haga
que nada temamos aunque caminemos por cañadas oscuras, y quien nos tranquilice
en los momentos de mayor riesgo. La paz que Él nos da está asegurada. Solo hay
que tener fe y confianza. En esta clave tenemos que leer el libro de los Hechos
de los Apóstoles; un ejemplo es la lectura de hoy: nada ni nadie les impidió
seguir anunciando el Mensaje de Salvación y en ese ir y venir a las diferentes
ciudades les acompañaba el Señor con su paz.
José Luis Latorre
Misionero Claretiano