19/6/21

EVANGELIO DOMINGO 20-06-2021 MARCOS 4, 35-41 DUODECIMA SEMANA TIEMPO ORDINARIO




 

Aquel día, al atardecer, dijo Jesús a sus discípulos:
«Vamos a la otra orilla».
Dejando a la gente, se lo llevaron en barca, como estaba; otras barcas lo acompañaban. Se levantó una fuerte tempestad y las olas rompían contra la barca hasta casi llenarla de agua. Él estaba en la popa, dormido sobre su cabezal.
Lo despertaron, diciéndole:
«Maestro, ¿no te importa que perezcamos?».
Se puso en pie, increpó al viento y dijo al mar:
«¡Silencio, enmudece!».
El viento cesó y vino una gran calma.
Él les dijo:
«¿Por qué tenéis miedo? ¿Aún no tenéis fe?».
Se llenaron de miedo y se decían unos a otros:
«¿Pero quién es este? ¡Hasta el viento y el mar le obedecen!».

 

REFLEXION

A esta pregunta de Cristo podríamos responder con otra que el mismo nombre del Arcángel San Miguel contiene: ¿Quién como Dios?

Porque sólo Dios puede, en medio de la tormenta mantener la calma. Y sólo el alma anclada en Dios puede a su vez tomar la calma que el Señor nos da, y decir: «no tenemos miedo, en Dios confiamos».

De hecho el fragmento de Evangelio que leemos nos dice que los apóstoles luego de que Jesús les pidiera no tener miedo, por el contrario, «quedaron atemorizados y se decían unos a otros: ¿Quién es este, que hasta el viento y el mar le obedecen?».

Es que no es de hombres ni es natural el mantener la calma frente al peligro de vida. Y tampoco es fácilmente aceptado ver a uno que hace milagros y frente al cuál las fuerzas de la naturaleza nada pueden.

Es la divinidad de Cristo la explica sus milagros. Sólo Dios puede hacer lo que Jesús de Nazareth realizó frente a sus apóstoles. Y es el reconocer la divinidad de Cristo la única manera de recibir la Gracia extraordinaria necesaria para poder seguir el mandamiento del Señor: «no tengan miedo».

Es el don de la fe el que necesitamos para reconocer que Cristo es Dios, para creer que es por tanto Todopoderoso, y creer que también en nosotros Dios es capaz de transformarlo todo.

Según la Santa Iglesia, la Fe es una virtud sobrenatural, infundida por Dios en nuestra alma, y por la cual, apoyados en la autoridad del mismo Dios, creemos como verdad indubitable, todo cuanto Él ha revelado y por medio de la Iglesia nos propone para creer.

Por todo ello suplicamos a todos los Santos del Cielo para que intercedan por nosotros ante Dios omnipotente, que todo lo puede, para que nuestra fe sea cada vez más grande y fuerte en cada una de las pruebas de nuestra vida y podamos dar testimonio de ella con rectitud y verdad, como el Señor nos enseñó.

Amando a nuestro prójimo en las dificultades, amando la vida en los problemas, sabiendo que allí, en esos momentos, podemos dar lo mejor y así santificarnos y santificar.

Que Dios nos de la gracia de permanecer siempre fieles, aún si tenemos que llegar a dar la vida por nuestro Señor Jesucristo. Pidamos que así de fuerte sea nuestra fe.

Que así sea.