REEFLEXION
A primera vista podría ser un problema físico, es
importante definir bien la unidad de medida para ajustar lo que
queremos medir a la realidad. Según sea esta unidad de medida el
resultado será uno u otro.
Pues bien, nos situamos en una comunidad cristiana del
siglo primero para la que Mateo escribe trayendo a su memoria los dichos y
hechos de la vida de Jesús. Este capítulo 7 hay que interpretarlo en
continuidad con los anteriores, es decir, lo que Jesús ha ido diciendo, y
que Mateo lo presenta como las enseñanzas de Jesús para sus seguidores. Propone
un estilo de vida propio de los seguidores de Jesús, una forma de vida
exigente, como son las bienaventuranzas, y las formas de comportamiento que han
de caracterizar a los cristianos. En esta clave surge el texto de hoy.
Está claro su contenido, “no juzguéis y no seréis
juzgados” Pero aparecen varias acepciones, significados, relativos a la palabra
que nos presenta el texto. Nos referimos ahora a la de juzgar, emitir juicio
para dictaminar si un hecho está bien o mal. Parece que Jesús lo utiliza en
este sentido, juzgar, emitir un juicio de valor.” El que esté libre de pecado
que tire la primera piedra (Jn 8,7).
Hay dos motivos (o quizá más) para no hacer esto, es decir,
no juzgar. Es muy difícil que nosotros podamos conocer todos los datos de un
hecho referido a la persona que se cruza en nuestro camino y la cual juzgamos
con relativa facilidad. Nunca podremos encontrar la solución de un problema o
situación si no conocemos todos los datos. A este respecto el escritor Andrew
Solomon dijo: “Es casi imposible odiar a alguien cuya historia conoces”.
Y el segundo motivo es delimitar qué instrumento es el más
adecuado para medir el comportamiento de una persona, y aquí sí Jesús nos lo
dice con toda claridad a través de los distintos pasajes donde trata este
tema: comprensión, compasión, misericordia.
La otra persona es “espacio sagrado” nunca podremos llegar
hasta el fondo de su corazón. Este juicio de valor sólo le corresponde a Dios,
nunca podremos ponernos en su lugar. ¡Y nos gusta tanto ir de jueces por la
vida!
Si somos capaces de emitir un juicio, en aquellos casos que
sea inevitable, y valoramos el hecho con comprensión, compasión y misericordia,
es seguro que esa misma medida la aplicarán con nosotros.
la brizna y la viga
Sorprende el texto revelando, con mucha claridad,
actitudes muy propias del ser humano en debilidad. Hay un cuento
oriental muy conocido en el cual se pinta a una persona caminando por la vida
con dos mochilas, una la lleva delante y otra detrás. En la de delante lleva
los defectos ajenos y en la de detrás los propios. No sabría Jesús de
este cuento pero sí conoce nuestro corazón, y nos pone a nuestra consideración
estas palabras, cuidado con la brizna y la viga. Su Palabra nos ofrece la
oportunidad de acercarnos a nuestro interior y descubrir nuestras “vigas”
también con comprensión y misericordia sólo así podremos acercarnos a
ayudar al hermano ya que, sólo nuestra cercanía, solidaridad y cariño ayudarán
al hermano, a la hermana si está equivocado o equivocada.