Palabra del Señor
REFLEXION
En el evangelio de hoy se hace referencia al Templo, a la
casa de mi Padre y al corazón de María. Y también las oraciones eucológicas de
esta Fiesta del Inmaculado Corazón de María citan expresamente el Corazón de
María como “digna morada del Espíritu Santo”, y que nosotros “lleguemos a ser
templos dignos de tu gloria”.
¿Qué relación tiene todo esto? ¿Qué nos quiere decir? En la
época de Jesús, el Templo de Jerusalén era la casa de Dios, ahí moraba Dios.
Pero hay otras traducciones que en lugar de “Casa de mi Padre”, traduce por
“las cosas de mi Padre”. Es decir, que Jesús parece querer indicar a José y
María que las cosas de su Padre, o sea, la relación íntima con Él, es más
importante que el Templo, porque esa relación se puede dar en lo íntimo del
corazón. Y así lo apunta el final del Evangelio: “María conservaba
cuidadosamente todas estas cosas en su corazón”.
Efectivamente, el corazón es el centro de la persona, ahí
sucede todo, ahí se toman las decisiones, ahí se guardan los sentimientos,
afectos, deseos, todo lo profundo de la persona. Y ahí habita Dios, ahí habla
al corazón de la persona y en ese fondo es donde quiere tener una relación de
amor con cada uno de nosotros.
Aprovechemos este día en que María nos ayuda a tomar en
serio nuestro proceder, a cribar nuestro corazón para comprobar si de verdad
amamos a Dios, a no tener miedo de mirar dentro y ver qué sale de nuestro
corazón, y a confiarnos a su Inmaculado Corazón para pedirle que podamos tener
los mismos sentimientos del Hijo.
Monjas Dominicas Contemplativas
Monasterio Santa María de Gracia-Casa Federal, Córdoba