Adoramos el Corazón de Cristo porque es
el corazón del Verbo encarnado, del Hijo de Dios hecho hombre.
La imagen del Sagrado Corazón de Jesús nos recuerda el núcleo
central de nuestra fe: todo lo que Dios nos ama con su Corazón y
todo lo que nosotros, por tanto, le debemos
amar.
El Sagrado Corazón de Jesús es una devoción católica referida
al corazón de Jesucristo, como un
símbolo de amor divino. La devoción al Sagrado Corazón tuvo su origen en una
corriente mística centrada en la persona de Jesucristo, que concebía el corazón
como centro vital y expresión de su entrega y amor total. En tal
sentido, la devoción al Sagrado Corazón refiere en particular a los
sentimientos de Jesús, y en especial a su amor por la humanidad, según
lo resume el Evangelio de San Juan:
Antes de la
fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado su hora de pasar de este
mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó
hasta el extremo.
Evangelio de Juan 13:1
Esta devoción insta a quienes la practican a tener, en palabras
de San Pablo de
Tarso, «los mismos sentimientos que Cristo Jesús» (Carta a los filipenses 2:5). Un
número importante de congregaciones y
de familias espirituales se conformaron en torno a la devoción al Sagrado
Corazón.
La imagen del Sagrado Corazón
de Jesús nos recuerda el núcleo central de nuestra fe: todo lo que Dios nos ama
con su Corazón y todo lo que nosotros, por tanto, le debemos amar. Jesús tiene
un Corazón que ama sin medida. Y tanto nos ama, que sufre cuando su
inmenso amor no es correspondido.
La Iglesia dedica todo el mes de junio al
Sagrado Corazón de Jesús, con la finalidad de que los católicos lo veneremos,
lo honremos y lo imitemos especialmente en estos 30 días.
Esto significa que debemos vivir este mes
demostrándole a Jesús con nuestras obras que lo amamos, que correspondemos al
gran amor que Él nos tiene y que nos ha demostrado entregándose a la muerte por
nosotros, quedándose en la Eucaristía y enseñándonos el camino a la vida
eterna.
Todos los días podemos acercarnos a Jesús o
alejarnos de Él. De nosotros depende, ya que Él siempre nos está esperando y
amando.
Debemos vivir recordándolo y pensar cada vez que
actuamos: ¿Qué haría Jesús en esta situación, qué le dictaría su Corazón? Y eso
es lo que debemos hacer (ante un problema en la familia, en el trabajo, en
nuestra comunidad, con nuestras amistades, etc.).
Debemos, por tanto, pensar si las obras o
acciones que vamos a hacer nos alejan o acercan a Dios.
Tener en casa o en el trabajo una imagen del
Sagrado Corazón de Jesús, nos ayuda a recordar su gran amor y a imitarlo en
este mes de junio y durante todo el año.
Las promesas
del Sagrado Corazón de Jesús:
Jesús le prometió a Santa Margarita de Alacoque,
que si una persona comulga los primeros viernes de mes, durante nueve meses
seguidos, le concederá lo siguiente:
1. Les daré todas las gracias necesarias a su
estado (casado(a), soltero(a), viudo(a) o consagrado(a) a Dios).
2. Pondré paz en sus familias.
3. Los consolaré en todas las aflicciones.
4. Seré su refugio durante la vida y, sobre
todo, a la hora de la muerte.
5. Bendeciré abundantemente sus empresas.
6. Los pecadores hallarán misericordia.
7. Los tibios se harán fervorosos.
8. Los fervorosos se elevarán rápidamente a gran
perfección.
9. Bendeciré los lugares donde la imagen de mi
Corazón sea expuesta y venerada.
10. Les daré la gracia de mover los corazones
más endurecidos.
11. Las personas que propaguen esta devoción
tendrán su nombre escrito en mi Corazón y jamás será borrado de Él.
12. La gracia de la penitencia final: es decir,
no morirán en desgracia y sin haber recibido los Sacramentos.