Entonces el pueblo entero salió a donde estaba Jesús y, al
verlo, le rogaron que se marchara de su país.
Es palabra del Señor
REFLEXION
El relato de la curación del endemoniado de Gerasa resulta
muy pintoresco para nosotros. Probablemente se quiere subrayar el poder de
Jesús sobre los demonios, que aparece también en otras varias escenas de los
evangelios. Los demonios se conciben como ‘espíritus inmundos’ o malignos y
parece que su influjo sobre los seres humanos se impone a éstos, sobre
todo mediante la enfermedad. Sin embargo, Jesús puede con ellos, y no es porque
“el príncipe de los demonios” le transmita ese poder, como piensan algunos de
su entorno, sino porque reside en él el poder mismo de Dios para el bien.
También sorprende el conocimiento que tienen los demonios
de la identidad divina de Jesús. Si tenemos en cuenta que estos ‘espíritus’ son
criaturas intermedias entre Dios y los hombres, ese conocimiento es coherente
con su carácter sobrehumano. Pero es importante no olvidar que, en cualquier
caso, están sometidos a la soberanía de Jesús sobre ellos y su victoria sobre
las fuerzas del mal es signo de la llegada del reino que él predica. Hay que
tenerlo en cuenta también cuando hablamos de las tentaciones que creemos nos
vienen del demonio: influyen fuertemente sobre nosotros, pero siempre pueden ser
vencidas recurriendo a Jesús, el Señor.
La curación del endemoniado sucede en territorio pagano. Es
una manera de dar a entender que el reino de Dios y su predicación se abre a
todos los hombres, no sólo a los hijos de Israel. En cuanto a la reacción de los
gerasenos, que piden a Jesús que abandone su tierra, esa actitud es un
reconocimiento del poder divino de Jesús, que provoca, a la vez, admiración y
miedo.
¿Qué pensamos nosotros de los ‘demonios’ y qué actitud
adoptamos frente a las tentaciones? ¿Y cómo combatimos nosotros el mal que
vemos en el mundo?
Fray Emilio García Álvarez O.P.
Convento de Santo Tomás de Aquino (Sevilla)