Es palabra del Señor
REFLEXION
El evangelio
nos presenta al escriba que quiere profundizar de lleno en la Torah, la ley del
judaísmo, ¿con qué intención? ¿sabiendo que Jesús sería capaz de ofrecerle una
interpretación profética? Ya hemos visto la importancia que tenía y tiene en el
judaísmo el primer mandamiento expresado con el Shema Israel, que es parte de
nuestra primera lectura. La cuestión no quedará en una simple disputa
escolástica, como alguno ha sugerido. El alcance de esta discusión y la pregunta
del escriba (¡insólita!) ponen en evidencia muchas cosas del judaísmo que
también nos afecta a nosotros. Lo primero que salta a la vista es que el
segundo mandamiento no le va a la zaga al primero, que pone el acento en el
amor de Dios. La versión de Marcos no está calcada ni del texto hebreo, ni de
la versión griega de los Setenta… con algunas variantes de tipo helenista
quiere llegar a una propuesta decisiva.
El realidad,
el texto de Mateo 22,39s (que habría usado a Marcos como fuente) lo ha dejado
mucho más claro: “de estos dos mandamientos penden toda la ley y los profetas”.
El escriba, en verdad, no pretendía poner una trampa a Jesús como querían los
saduceos, un momento antes, a propósito de la resurrección. Pero en su búsqueda
de aclaración se ha quedado una cosa clara: el amor a Dios y el amor al prójimo
no tiene “esencias” distintas. El amor, en el NT es de un “peso” extraordinario
que no queda ni en “eros”, ni en “amistad”. Es un amor de calidad el ágape que
tiene que ser el mismo para Dios y para los hombres, aunque los mandamientos se
enumeren en primero y segundo. Esta sería la ruptura que Jesús quiere hacer con
la discusión de los letrados sobre el primero o el segundo, sobre si el prójimo
son los de “mi pueblo” o no.
Porque no
sería una novedad que Jesús simplemente subrayara una cosa que se repetía hasta
la saciedad. El que se añada el segundo mandamiento, de amor el prójimo, viene
a ser lo original; porque con ello se ha revelado que el amor a Dios y el amor
el prójimo es lo más importante de la vida, son un solo mandamiento, en
realidad, y así podríamos entender el final del v.31 : ”No hay otro mandamiento
más importante que éstos”, pues el ?ντολ? (mandamiento) está en singular y nos
permitiría entender que el mandamiento más importante por el que preguntaba el
escriba son los dos primeros que vienen a ser uno sólo. Porque no hay dos tipos
de amor, uno para Dios y otro para el prójimo, sino que con el mismo amor
amamos a Dios y a los hombres. Diríamos que son inseparables, porque el Dios de
Jesús, el Padre, no quiere ser amado El, como si fuera un ser absoluto y
solitario. Así resuelve Jesús la gran pregunta del escriba, de una manera
profética e inaudita.
Lo que el
evangelio de hoy quiere poner de manifiesto es que el amor a Dios debe también
ser amor a los hombres. Muchos se contentan con decir que aman a Dios, pero
muchas veces se encuentran razones para no amar al prójimo. Aquí es donde el
evangelio se hace novedad maravillosa para todos los seguidores de Jesús y para
todos los hombres. Se pueden sacar las consecuencias, al hilo de la carta a los
Hebreos, que si Jesús ha ofrecido un sacrificio eterno, si no son necesarios
los sacrificios rituales a Dios, es porque Jesús ha hecho posible la religión
del amor, pero no solamente a Dios, sino a todos los hombres. Eso es lo que
identifica al Dios verdadero de los dioses falsos: quiere ser amado en los
hermanos. Es eso lo que el autor de la 1Jn pone de manifiesto en su teología de
que Dios es amor y no podemos amar a Dios a quien no vemos si no amamos al
hermano a quien vemos. Pero esta teología la puso en marcha el profeta de
Galilea, Jesús de Nazaret… y por ello dio la vida.
Fray Miguel de Burgos Núñez