Es
palabra del Señor
REFLEXION
En
el evangelio de hoy, Marcos nos relata la última escena de Jesús en su camino
hacia Jerusalén. Se sitúa en Jericó, la ciudad desde la que se subía a la
ciudad santa en el peregrinar de los que venían desde Galilea. Jesús se
encuentra al borde del camino a un ciego. Por razones que se explican, incluso
ecológicamente, los ciegos abundaban en aquella zona. Está al borde del camino,
marginado de la sociedad, como correspondía a todos los que padecían alguna
tara física. Pero su ceguera representa, a la vez, una ceguera más profunda que
afectaba a muchos de los que estaban e iban tras Jesús porque realizaba cosas
extraordinarias. El camino de Jesús hasta Jerusalén es muy importante en todos
los evangelios (más en Lucas). En ese camino encontrará mucho gente. Los ciegos
no tienen camino, sino que están fuera de él. Jesús, pues, le ofrecerá esa
alternativa: un camino, una salida, un cambio de situación social y espiritual.
El gesto del ciego que abandona su manto y su bastón, donde
se apoyaba hasta entonces su vida, contrasta con la fuerza que le impulsa a “ir
a Jesús” que le llama. ¿Por qué le “llamó” Jesús y no se acerca él hasta el
ciego? La misma gente vuelve a repetirle: él te llama. Las palabras y los
gestos simbólicos de la narración hay que valorarlos en su justa medida.
Diríamos que hoy en el texto son más importantes de lo que parece a primera
vista. Jesús “le llama”. La llamada de Jesús, al que el ciego interpela como
“hijo de David” tiene mucho trasfondo. Jesús ha llamado a seguirle a varias
personas; ahora “llama” a un ciego para que se acerque. No le llama
aparentemente para seguirle, sino para curarle, pero la curación verdadera será
el “seguirle” camino de Jerusalén, en una actitud distinta de los mismos
discípulos que habían discutido por el camino “quién es el mayor”. El ciego no
estará preocupado por ello. De ahí que la escena del ciego Bartimeo en este
momento, antes de subir a Jerusalén, donde se juega su vida, es muy
significativa.
La insistencia del ciego en llamar a Jesús muestra que lo
necesita de verdad y lo quiere seguir desde una profundidad que no es normal
entre la multitud. Jesús le pide que se acerque, le toca, lo trata con
benevolencia; entonces su ceguera se enciende a un mundo de fe y de esperanza.
Después no se queda al margen, ni se marcha a Jericó, ni se encierra en su
alegría de haber recuperado la vista, sino que se decide a seguir a Jesús; esto
es lo decisivo del relato. En el evangelio de Marcos el camino que le lleva a
Jerusalén le conducirá necesariamente hasta la muerte. La vista recuperada le
hace ver un Dios nuevo, capaz de iluminar su corazón y seguir a Jesús hasta
donde sea necesario. Vemos, pues, que un relato de milagro no queda solamente
en eso, sino que se convierte en una narración que nos introduce en el momento
más importante de la vida de Jesús: su pasión y muerte en Jerusalén.
Fray Miguel de Burgos Núñez