En aquel tiempo, la gente se apiñaba alrededor de
Jesús, y él se puso a decirles:
«Esta generación es una generación perversa. Pide
un signo, pero no se le dará más signo que el signo de Jonás. Pues como Jonás
fue un signo para los habitantes de Nínive, lo mismo será el Hijo del hombre
para esta generación.
La reina del Sur se levantará en el juicio contra
los hombres de esta generación y hará que los condenen, porque ella vino desde
los confines de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón, y aquí hay uno
que es más que Salomón.
Los hombres de Nínive se alzarán en el juicio
contra esta generación y harán que la condenen; porque ellos se convirtieron
con la proclamación de Jonás, y aquí hay uno que es más que Jonás».
Es palabra del Señor
REFLEXION
A este texto le precede una perícopa donde se
relata que Jesús expulsa un demonio el cuál había dejado mudo a un hombre, es
decir, Jesús, es, ofrece un signo de vida a una persona oprimida, excluida. Sin
embargo, algunos dudan, otros piden un signo diferente y algunos se sorprenden,
para todos ellos es difícil abrirse a la acción, presencia, de Jesús, les
supone un cambio, una apertura. Es en este contexto donde el texto de hoy se
desarrolla.
Jesús está rodeado de una multitud, parece que
están buscando “algo”, ¿un mensaje de vida o alguna respuesta o esperando
alguna oferta? Jesús se dirige a ellos como una generación
malvada, generación que no acepta su presencia, su palabra y gestos no
son acogidos.
Ante la obstinación y el rechazo de esta generación
Jesús reacciona con firmeza afirmando que las palabras de Jonás, las cuáles
invitaban a la conversión, fueron acogidas como signo de la presencia de Dios,
de su compasión y su amor por el pueblo, así Él está llamado a ser, presencia
de Dios.
Jesús está presente en nuestro mundo “yo estoy con
ustedes todos los días” (Mt 28, 20). No obstante, su presencia para engendrar
vida necesita ser recibida, acogida. Jesús nos deja libres para abrirnos o
cerrarnos ante Él, acoger la vida o rechazarla. Hoy lunes 11, ¿qué signos de la
presencia de Dios descubro a mí alrededor? ¿Cómo lo acojo? ¿A qué me invita?