En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Todo aquel que se declare por mí ante los hombres,
también el Hijo del hombre se declarará por él ante los ángeles de Dios, pero
si uno me niega ante los hombres, será negado ante los ángeles de Dios.
Todo el que diga una palabra contra el Hijo del
hombre podrá ser perdonado, pero al que blasfeme contra el Espíritu Santo no se
le perdonará.
Cuando os conduzcan a las sinagogas, ante los
magistrados y las autoridades, no os preocupéis de cómo o con qué razones os
defenderéis o de lo que vais a decir, porque el Espíritu Santo os enseñará en
aquel momento lo que tenéis que decir».
Es palabra del Señor
REFLEXION
Lucas en este evangelio nos invita a
pararnos a reflexionar y orar varios puntos importantes para
nuestra vida de creyentes.
Un primer punto sería el
reconocer a Jesús. Saber comprometernos con Él ante todos los
hombres sin avergonzarnos, sin callarnos que somos sus
seguidores, que creemos en su vida y no negándole por
esos miedos o vergüenzas; o quizás como muchos puedan
pensar, que ser cristianos es un engaño, una mentira de siglos.
Y tantas y tantas cosas en contra de Cristo.
Y ante eso cuantas veces no
callamos, agachamos la cabeza y miramos para otro lado.
¡Cómo sale nuestra cobardía en vez de mirar de frente,
con fuerza y valentía y reconocer que somos
creyentes, y que sin Dios no somos nada!
Nos callamos por miedo, tapamos
lo que nuestro corazón siente por Dios, y
le negamos pensando que como Dios es misericordioso Él
no nos negará. Pero para que eso no ocurra debemos dar
un fuerte y fiel testimonio de nuestra entrega y amor a Cristo en
nuestras vidas y así estaremos siempre en comunión con Él.
Otro de los puntos o invitaciones que
se nos hace en este evangelio es reconocer al
Espíritu Santo en nosotros viendo el paso de Dios en nuestras
vidas. Ver y reconocer lo que Dios va haciendo en nosotros,
en nuestro mundo tan aislado de Él y a la vez tan
necesitado de Dios.
Si blasfemamos contra el Espíritu
estaremos renegando de Él, nos estaremos resistiendo a
su obra, a su gracia. El espíritu es quien nos
guía, quien nos da la fuerza para ir por nuestro mundo
proclamando la Buena Noticia.
Y por último aunque sea repitiendo un poco,
Jesús nos pide nuestra confianza en Él, nos pide
que no tengamos miedo de ser sus testigos, pensemos en
cuántos mártires ha habido y continúan dando su vida
por él, con valor, con firmeza e incluso con alegría de
ser Cristianos.
Con Él lo tenemos todo, y
no nos damos cuenta del gran privilegio el
regalo de sentirnos amados por Dios. ¿Por qué
ocultarlo? ¿Por qué callarnos?
Y ahora tomo unas palabras del
Hermano Rafael Arnaiz, que nos pueden servir y
ayudar mucho: «Aquel que me defienda delante de los hombres, el
Hijo del hombre le defenderá ante los ángeles» (Lc 12, 8-12). ¡Qué
hipocresía decir que nada tiene, el que tiene a Dios! ¡Sí!, ¿por qué
callarlo? ¿Por qué ocultarlo? ¿Por qué no gritar al mundo entero, y
publicar a los cuatro vientos, las maravillas de Dios? ¿Por qué no
decir a las gentes, y a todo el que quiera oírlo? ¿Ves lo que soy? ¿Veis lo que
fui? ¿Veis mi miseria arrastrada por el fango? Pues no importa,
maravillaos, a pesar de todo, yo tengo a Dios, Dios es mi amigo, que se hunda
el sol, y se seque el mar de asombro…, Dios a mí me quiere tan entrañablemente,
que si el mundo entero lo comprendiera, se volverían locas todas las criaturas
y rugirían de estupor. Más aún todo eso es poco. Dios me quiere tanto que los
mismos ángeles no lo comprenden. ¡Qué grande es la misericordia de Dios! ¡Quererme
a mí, ser mi amigo, mi hermano, mi padre, mi maestro, ser Dios y ser yo lo que
soy!”.
Monasterio Sta. María la Real - MM. Dominicas