Es
palabra del Señor
REFLEXION
Este
texto de Lucas se enmarca en las parábolas escatológicas de la vigilancia, muy
común en las primeras comunidades cristianas. Es una vigilancia activa, de
estar pendientes y aplicados, de no tener apegos a las cosas terrenales, de
esperar fervorosos la llegada del Señor. La nueva vida a la que nos llama Jesús
se desarrolla en esta atmósfera de confianza y espera. Si hemos sido agraciados
con la benevolencia y la filiación divina, debemos participar y compartir esa
gracia con los demás. Estamos llamados al amor de Dios, y en ese amor hacemos
partícipes a todas las personas que conviven con nosotros. Vigilancia activa
significa que tenemos puesto un ojo en el Padre y una mirada generosa en
nuestros hermanos, en quienes comparten la vida con nosotros. También en los
malos momentos, en las dificultades que la vida nos plantea. Dios está a
nuestro lado y siempre podemos apoyarnos en esa fe para saber enriquecernos y
enriquecer a quienes pueden apoyarnos. Estamos llamados a ser felices, pero no
de forma individual y solitaria. Nuestra felicidad consiste en encontrar
nuestra plenitud como personas, como hijos de Dios, pero hermanos de los demás.
Por eso, el dolor, el sufrimiento o la desgracia ajena no puede dejarnos indiferentes.
El dolor del mundo es nuestro dolor, del que Jesús vino a liberarnos. El mal
del mundo es un problema a combatir, a desterrar, una lucha en que tenemos que
implicarnos, porque Dios nos ha liberado para superar esa vieja humanidad. Con
las lámparas encendidas, activos e implicados, esperamos la futura vida de Dios
que nos trajo Jesús.
¡Que
seamos capaces de vivir en ese amor comprometido que nos abre a Dios y nos
realiza como fieles creyentes!
D. Oscar Salazar, O.P.
Fraternidad de Laicos Dominicos de San Martín de Porres
(Madrid)