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EVANGELIO JUEVES 07-10-2021 LUCAS 1, 26-38 XXVII SEMANA TIEMPO ORDINARIO

 



En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María.
El ángel, entrando en su presencia, dijo:
«Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo».
Ella se turbó grandemente ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquel. El ángel le dijo:
«No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin».
Y María dijo al ángel:
«¿Cómo será eso, pues no conozco varón?».
El ángel le contestó:
«El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer será llamado Hijo de Dios. También tu pariente Isabel ha concebido un hijo en su vejez, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, "porque para Dios nada hay imposible"».
María contestó:
«He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra».
Y el ángel se retiró.

                                          Es palabra del Señor

REFLEXION

María recibe la visita del ángel Gabriel que le comunica su mensaje. Su espontánea reacción ante este anuncio fue la del asombro: “pero ¿cómo puede ser esto?”. Cómo no iba a asombrarse positivamente pues la propuesta de Dios rompía todos los moldes: ser, ni más ni menos, la madre del Hijo de Dios, ser la madre Dios. Era un privilegio muy especial. Y después del primer susto se llenó de asombro. Esta es la primera enseñanza que nos brinda María a todos nosotros: la de asombrarnos ante todas las propuestas que Dios nos hace, a toda la humanidad y a cada uno de nosotros y exclamar como María ¿cómo podrá ser esto…?

Cómo no asombrarnos y alegrarnos de que:

. Dios nos haya regalado su vida divina y que le podamos llamar Padre, porque realmente lo es y sentirnos hermanos de todos los hombres.

. Jesús sea nuestro gran amigo. “A vosotros os llamo amigos” y que nos quiera tan entrañablemente que nada ni nadie nos podrá separar de su amor.

. nos regale después de nuestra muerte la resurrección a una vida de total felicidad y para siempre.

. nos regale a María su madre también como madre nuestra: He ahí a tu madre”.

Pidamos a María que nunca perdamos la capacidad de asombrarnos y de alegrarnos de todo lo que Dios y su Hijo han hecho y sigue haciendo con nosotros y que como ella siempre aceptemos la voluntad de Dios, una voluntad que busca nuestro bien: “He aquí la esclava del Señor. Hágase en mí según tu voluntad”.

Fray Manuel Santos Sánchez O.P.
Convento de Santo Domingo (Oviedo)