17/3/22

EVANGELIO VIERNES 18-03-2022 SAN MATEO 21, 33-43 II SEMANA DE CUARESMA

 




En aquel tiempo, dijo Jesús a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo:
«Escuchad otra parábola:
“Había un propietario que plantó una viña, la rodeó con una cerca, cayó en ella un lagar, construyó una torre, la arrendó a unos labradores y se marchó lejos.
Llegado el tiempo de los frutos, envió sus criados a los labradores para percibir los frutos que le correspondían. Pero los labradores, agarrando a los criados, apalearon a uno, mataron a otro y a otro lo apedrearon.
Envió de nuevo otros criados, más que la primera vez, e hicieron con ellos lo mismo. Por último, les mandó a su hijo diciéndose: ‘Tendrán respeto a mi hijo’.
Pero los labradores, al ver al hijo se dijeron: ‘Este es el heredero: venid, lo matamos y nos quedamos con su herencia’.
Y agarrándolo, lo sacaron fuera de la viña y lo mataron.
Cuando vuelva el dueño de la viña, ¿qué hará con aquellos labradores?”».
Le contestan:
«Hará morir de mala muerte a esos malvados y arrendará la viña a otros labradores que le entreguen los frutos a su tiempo».
Y Jesús les dice:
«¿No habéis leído nunca en la Escritura:
“La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente”?
Por eso os digo que se os quitará a vosotros el reino de Dios y se dará a un pueblo que produzca sus frutos».
Los sumos sacerdotes y los fariseos, al oír sus parábolas, comprendieron que hablaba de ellos.
Y, aunque intentaban echarle mano, temieron a la gente, que lo tenía por profeta.

                               Es palabra del Señor

REFLEXION

No corrieron la misma suerte los criados y el hijo del propietario de la viña, apaleados y apedreados hasta la muerte por aquellos labradores de la parábola que nos cuenta Jesús. El dueño esperaba frutos y recogió cadáveres; confió en aquellos hombres y se vio traicionado. La pésima actuación de sus muchachos truncó todos sus planes: la deseada primavera se convirtió en el invierno más negro.

Jesús anuncia de este modo lo que él mismo padecerá antes de ser colgado en la Cruz: arrojado por el pueblo judío, su vida terminará como la de un malhechor; y nos deja un mensaje claro: «La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular».

Como los hermanos de José, «los sumos sacerdotes y los fariseos», atendiendo a sus propios intereses, pretendían escalar por encima de sí mismos para acabar con la presencia del Dueño y Señor de la historia, el que mueve los hilos en busca de nuestro amor.

En cambio, los que parecían los últimos se convirtieron en los primeros: uno, de todo un territorio; el Otro, vencedor de la muerte, de la Creación entera.

Mucho cuesta salir de uno mismo, dejar a un lado las oscuridades que nos envuelven y dirigirnos hacia la luz de la tierra prometida, donde nadie pisotea a nadie porque solo el bien triunfa.

Hoy mi oración se dirige al Señor para pedirle la gracia de confiar en que siempre –siempre–  estará a nuestro lado y, llegado el momento, nos rescatará del «pozo», aun del modo más impredecible.

Unamos nuestras voces para que nos conceda la fortaleza necesaria para centrarnos solo en Él; porque hay que ser fuertes para ello, para olvidarse de uno mismo y ofrecerle todo lo poco que uno es y amarle así sobre todas las cosas. Solo con una mirada fija en el Señor, nos dejaremos abajar hasta esa nada donde Él lo es todo.

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