En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Cuidad de no practicar vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos
por ellos; de lo contrario no tenéis recompensa de vuestro Padre celestial.
Por tanto, cuando hagas limosna, no mandes tocar la trompeta ante ti, como
hacen los hipócritas en las sinagogas y por las calles para ser honrados por la
gente; en verdad os digo que ya han recibido su recompensa.
Tú, en cambio, cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace
tu derecha; así tu limosna quedará en secreto y tu Padre, que ve en lo secreto,
te recompensará.
Cuando oréis, no seáis como los hipócritas, a quienes les gusta orar de pie en
las sinagogas y en las esquinas de las plazas, para que los vean los hombres.
En verdad os digo que ya han recibido su recompensa.
Tú, en cambio, cuando ores, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora a tu
Padre, que está en lo secreto, y tu Padre, que ve en lo secreto, te lo
recompensará.
Cuando ayunéis, no pongáis cara triste, como los hipócritas que desfiguran sus
rostros para hacer ver a los hombres que ayunan. En verdad os digo que ya han
recibido su paga.
Tú, en cambio, cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara, para que tu
ayuno lo note, no los hombres, sino tu Padre, que está en lo escondido; y tu
Padre, que ve en lo escondido, te recompensará».
Es
palabra del Señor
REFLEXION
Lo central del cristiano es seguir a Cristo, porque él nos
ha convencido que es el único camino que lleva a la vida, a la vida en
abundancia: “ven y sígueme”. Todo lo que hagamos, incluyendo nuestras prácticas
cuaresmales, tiene la finalidad de no desviarnos y mantenernos firmes en el
seguimiento de Jesús. En el evangelio de hoy, Jesús nos enseña cómo debemos
practicar la limosna, la oración y el ayuno, que se resume en sus palabras: “Cuidad
de no practicar vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por
ellos; de lo contrario no tendréis recompensa de vuestro Padre celestial”
Así debe ser nuestro actuar. Hemos tenido la experiencia de
sentir el gran amor que Jesús nos tiene. Y amor con amor se paga. El amor a
Jesús es lo que nos tiene que mover a hacerle caso, no buscar nunca el aplauso
del “público”. “Permaneced en mi amor”, sabiendo que lo que él nos pide siempre
es lo mejor para nosotros, para encontrar el sentido y la alegría de vivir.
Fray Manuel Santos Sánchez O.P.
Convento de Santo Domingo (Oviedo)