Llamado por los
polacos como "el pacificador", fue el tercero de los trece hijos de Casimiro
IV, rey de Polonia y de Isabel de Austria. Muy devoto desde la infancia,
Casimiro se consagró a la oración y penitencia, rechazando toda blandura
consigo mismo. Casimiro vivía siempre en la presencia de Dios y era tranquilo,
alegre y simpático a todos. Su amor a Dios se traducía en amor a los pobres,
que son miembros de Cristo.
Por obediencia a su
padre, Casimiro tuvo que partir a la frontera con Hungría, como cabeza de
ejército para defender a los nobles de ese país de su antiguo y tirano rey, sin
embargo no tuvo mucho éxito y ante el temor de iniciar una nueva e injusta
guerra, el santo prefirió entregarse nuevamente al estudio y la oración y
renegar de tomar las armas, pese a los ruegos de su padre y de los nobles.
Asimismo, en la corte se habló de casarlo con la hija del emperador Federico
III, pero Casimiro no quiso ni pensar en renunciar al celibato que se había
impuesto. Las austeridades que practicaba agravaron la enfermedad de los
pulmones que padecía y Casimiro murió en 1484, cuando no tenía sino 23 años de
edad.
FUENTE :
ACIPRENSA