Jacinto es uno de los grandes evangelizadores de la Europa oriental. Su valor y determinación apostólica permitió el crecimiento de la Orden de Predicadores en las primeras décadas después de su fundación.
Originalmente se llamaba Jacobo; no se sabe en qué momento
comenzó a ser conocido como Jacinto. Nació en Kamién a finales del siglo XII en
una familia noble polaca con tradición religiosa y militar. Influenciado por un
tío canónigo llamado Ivo, tuvo una buena educación y una vez acabado sus
estudios de Teología, se ordenó sacerdote en 1217.
Entre los años 1219 y 1220 Jacinto viajó a Roma en compañía
de su tío -ahora obispo- y su hermano Ceslao -también sacerdote-. Allí se
encontraron con santo Domingo. Fruto de este encuentro, Jacinto y Ceslao
decidieron entregar su vida como predicadores. Recibieron el hábito en 1220 de
manos del fundador.
En 1221 la Orden empezó a organizarse en provincias.
Jacinto y otros frailes fueron destinados a propagar la Orden en Polonia.
Emprendieron el camino a Cracovia y, con ayuda del obispo Ivo, lograron fundar
un convento en esa ciudad. La Orden se expandió rápidamente. En 1225 Polonia
comenzó a constituirse como provincia dominicana.
El nuevo provincial de Polonia decidió dispersar a sus
frailes por nuevos lugares de misión. Fray Jacinto fue destinado a la región de
Dantzig. Durante el camino encontró grandes dificultades. En 1228 fue convocado
al Capítulo General de la Orden de Predicadores en París.
En 1230 llegó a Kiev, en Ucrania. Allí fundó una nueva comunidad de predicadores y se dedicó a la misión hasta su regreso a Dantzig entre 1234 y 1236. Sus últimos años los pasó en Cracovia. Cuenta la tradición que en esa región vivió la invasión tártara. Murió el 15 de agosto de 1257.
Fray Jacinto trascendió fronteras. La evangelización
medieval es un claro antecedente de la globalización moderna. La vida de
Jacinto es ejemplo de universalidad
e integración con aquellos que son de culturas distintas.