En aquel
tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola:
«El reino de los cielos se parece a diez
vírgenes que tomaron sus lámparas y salieron al encuentro del esposo.
Cinco de ellas eran necias y cinco eran
prudentes.
Las necias, al tomar las lámparas, no se
proveyeron de aceite; en cambio, las prudentes se llevaron alcuzas de aceite
con las lámparas.
El esposo tardaba, les entró sueño a todas y se
durmieron.
A medianoche se oyó una voz:
“¡Que llega el esposo, salid a su encuentro!”.
Entonces se despertaron todas aquellas vírgenes
y se pusieron a preparar sus lámparas.
Y las necias dijeron a las prudentes:
“Dadnos de vuestro aceite, que se nos apagan las
lámparas”.
Pero las prudentes contestaron:
“Por si acaso no hay bastante para vosotras y
nosotras, mejor es que vayáis a la tienda y os lo compréis”.
Mientras iban a comprarlo, llegó el esposo, y
las que estaban preparadas entraron con él al banquete de bodas, y se cerró la
puerta.
Más tarde llegaron también las otras vírgenes,
diciendo:
“Señor, señor, ábrenos”.
Pero él respondió:
“En verdad os digo que no os conozco”.
Por tanto, velad, porque no sabéis el día ni la
hora»
Es palabra del Señor
REFLEXION
El
mensaje de esta parábola es la necesidad de estar siempre preparados y de velar
ante la venida del Señor. Otras parábolas insisten en el mismo tema. Mantener
el espíritu alerta y preparado para la venida del Señor, supone desear con
pasión esa venida, desearla como lo más importante. De tal manera que no haya
nada que nos distraiga de esta actitud. Los cristianos hemos de mantener esta
actitud no sólo para la segunda venida de Jesús. Jesús, el hijo de Dios, viene
continuamente y de maneras diversas a nosotros en nuestra existencia terrena,
con más o menos intensidad de reconocimiento por parte nuestra. En la oración,
en la eucaristía, en mil circunstancias de la vida, en cada hermano necesitado
de nuestra ayuda… Debemos mantener, en medio de nuestras actividades normales
de cada día, la ilusión de experimentar su presencia, su llegada, con un
corazón preparado y ansioso de recibirle.
Fray Manuel
Santos Sánchez O.P.
Convento de Santo Domingo (Oviedo)