Es palabra de Dios
REFLEXION
Jesús nos dice con toda claridad que la sexualidad
y el matrimonio no deben regirse únicamente por el instinto o el capricho. En
tiempo de Jesús el matrimonio era una unión por conveniencia o por acuerdo de
las familias. Por tanto, si la conveniencia o el acuerdo no resultaban
“rentables”, podía recuperarse.
Jesús, el Señor, afirma una doctrina distinta
acudiendo a la raíz del matrimonio que brota de la voluntad de Dios. Lo
importante es lo que Dios instituyó. Y el matrimonio fue instituido como una
alianza o compromiso de por vida entre dos personas, sin más condiciones que la
de entregarse mutuamente de modo absoluto.
A veces la indisolubilidad conlleva dificultades,
no cabe dudas. Pero en algunos casos son fruto de los errores o de la voluntad
torcida de los hombres. Y eso no puede anular la voluntad radical de Dios. El
matrimonio como alianza no se puede romper, ni siquiera por la culpa del otro.
El hombre y la mujer se entregan el uno al otro y no son sino “una sola carne”
con la misma ternura con la que Dios se entrega a la persona que le ofrece
gozosa acogida y compromiso de lealtad.
Fr. Carlos
Oloriz Larragueta O.P.
Casa Ntra.Sra. de los Ángeles (Vitoria)