Es palabra del Señor
REFLEXION
Jesús
atiende a los que necesitan su ayuda. Puede ser la suegra de Pedro en el
secreto de su casa. Puede ser a vista de todos en el caso de los “endemoniados”
que a él se acercan. Pero, una vez más, no quiere hacerse publicidad con
los milagros. Ni quiere que los demonios expulsados, proclamen su divinidad,
Hijo de Dios, el Mesías; ni que la gente haga de él un héroe: se retira en el
momento del éxito popular a “un lugar solitario”. Tampoco quería que se
apropiaran de su vida. Huye de la aceptación del momento cuando quieren
retenerlo, para ir a nuevos lugares y dirigirse a otros pueblos; “a los que
tiene que anunciarles el reino de Dios, para eso me han enviado”.
La
grandeza de Jesús de Nazaret está en su fidelidad a la misión del Padre, “para eso
me han enviado”. No en la aceptación que pueda tener en ciertos momentos. En
las sinagogas, no tendrá siempre esa aceptación. En especial, por parte de los
miembros más significados de ellas, escribas, fariseos…etc.
Si
nos preguntáramos para qué hemos sido enviados al mundo, no sé si tendríamos
respuesta. Sin embargo existe una elemental, pero cierta: para ser
mejor lo que somos como seres humanos. O lo que es lo mismo para ser
buenas personas. Los que hemos sido llamados a seguir a Jesús de Nazaret, entendemos
ser buenas personas, como imitar a la mejor representación de la
condición humana, que es el mismo Jesús, y ajustarnos a su mensaje. Que se
puede resumir en lo que Pablo dice a los Colosenses, fe en Jesús y amor
al pueblo.
Fray Juan José de León Lastra O.P.
Convento de Santo Domingo (Oviedo)