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EVANGELIO LUNES 09-08-2021 MATEO 25, 1-13 XIX SEMANA TIEMPO ORDINARIO




 En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: - "Se parecerá el reino de los cielos a diez doncellas que tomaron sus lámparas y salieron a esperar al esposo. Cinco de ellas eran necias y cinco eran sensatas. Las necias, al tomar las lámparas, se dejaron el aceite con las lámparas. El esposo tardaba, les entró sueño a todas y se durmieron. A medianoche se oyó una voz:

- ¡Que llega el esposo, salid a recibidlo!.

Entonces se despertaron todas aquellas doncellas y se pusieron a preparar sus lámparas. Y las necias dijeron a las sensatas: "Dadnos un poco de vuestro aceite, que se nos apagan las lámparas". Pero las sensatas contestaron: "Por si acaso no hay bastante para vosotras y nosotras, mejor es que vayáis a la tienda y os compréis".

Mientras iban a comprarlo, llegó el esposo, y las que estaban preparadas entraron con él al banquete, y se cerró la puerta. Más tarde llegaron también las otras doncellas, diciendo: "Señor, señor, ábrenos". Pero él respondió: "Os lo aseguro: no os conozco". Por tanto, velad, porque no sabéis el día ni la hora".

                                      Es palabra del Señor

REFLEXION

El evangelio nos plantea una escena de la cual podemos extraer algunos detalles que nos ayuden a saber dónde estoy o a decidir dónde y cómo quiero estar. Nos presenta a un grupo de mujeres, cada una con su lámpara.

La luz es personal y no es traspasable, cada una tiene la luz que tiene y necesita cuidarla. Nadie puede cuidarla por ti, es tu luz. ¿Qué hacemos cada una con la luz? Esa es nuestra decisión. Podemos mantener nuestra lámpara limpia, cuidando que esté siempre encendida, esperar el momento conveniente mientras nos dedicamos a otras cosas…

También las mujeres del evangelio necesitan salir al encuentro del amado, prepararse para seducir y dejarse seducir por Dios. Son mujeres activas que hacen uso de su libertad, no solamente esperan, también deciden cómo quieren esperar. Es la libertad con la que Dios nos ha creado.

Nos encontramos ante un grupo de mujeres. Los creyentes también nos reunimos en grupo, en comunidad, para hablar de Dios, para comentar como es nuestra experiencia de relación con Él... Nos ayudamos a ver, pero el camino de encuentro es personal, nadie puede andarlo por mí. Podemos compartir la experiencia, pero ésta es diferente para cada persona.

Todas las mujeres estaban dormidas. Esto tranquiliza mucho ya que no es necesario estar siempre en vela, pero sí estar preparadas. Utilizando otro lenguaje, podríamos decir que es necesario saber amar y por lo tanto anhelar el momento en el que seamos llamadas al desierto (entendido éste de muchas formas).

A esto se parece el Reino de Dios: a personas capaces de amar, puestas en camino para encontrarse con el amado y alumbradas-habitadas por el Espíritu.

Hna. Inmaculada Sánchez García-Muro, O.P.
Congregación Romana de Santo Domingo