«¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?».
Ahora yo te
digo: tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del
infierno no la derrotará. Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que
ates en la tierra, quedará atado en los cielo, y lo que desates en la tierra,
quedará desatado en los cielos»
Y les mandó
a los discípulos que no dijesen a nadie que él era el Mesías.
Desde entonces
comenzó Jesús a manifestar a sus discípulos que tenía que ir a Jerusalén y
padecer allí mucho por parte de los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, y
que tenía que ser ejecutado y resucitar al tercer día.
Es palabra del
Señor
REFLEXION
Lo que vemos
en este pasaje evangélico donde Jesús dirige a su apóstoles su pregunta más
personal: “Y vosotros, ¿Quién decís que soy yo? es la dificultad de los
apóstoles, en este caso simbolizado en las dos actuaciones de Pedro, de
enterarse bien de quién era Jesús y lo que encerraba su misión. Pedro, ayudado
“mi Padre que está en el cielo”, da en el blanco, respondiendo acertadamente a
la pregunta de Jesús: “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo”. Y el mismo
Jesús le hace la promesa de darle las llaves del Reino y de edificar su iglesia
sobre la piedra que es Pedro.
Pero cuando
el mismo Jesús les habla de cómo serán sus últimos días en la tierra y cómo
será su muerte, antes de su resurrección, Pedro pide a Dios que eso no suceda.
Es entonces cuando Pedro recibe una fuerte reprimenda del mismo Jesús: “Quítate
de mi vista, Satanás, que me haces tropezar, tú piensas como los hombres, no
como Dios”.
No hace
falta darle muchas vueltas para que cada uno de nosotros, seguidores de Jesús,
nos veamos reflejados en el doble Pedro de este evangelio. Confesamos
sinceramente a Jesús como el Mesías, el Hijo de Dios, como nuestro mejor
tesoro, nuestro Rey y Señor… pero, de vez en cuando, somos capaces de rechazar
a Jesús, algunas de sus actitudes y algunas de sus palabras. Necesitamos la
ayuda del mismo Jesús para que le sigamos siempre a él, en los momentos buenos
y en los otros, en nuestros domingos de resurrección y en nuestros viernes
santos… Pidámosles que continuamente reaccionemos a como el primer Pedro y no
como el segundo.
Fray Manuel
Santos Sánchez O.P.
Convento de Santo Domingo (Oviedo)