En
aquel tiempo, los fariseos, al oír que Jesús había hecho callar a los saduceos,
se reunieron en un lugar y uno de ellos, un doctor de la Ley, le preguntó para
ponerlo a prueba:
«Maestro, ¿cuál es el mandamiento principal de la Ley?».
Él
le dijo:
«”Amarás al Señor tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu
mente”.
Este
mandamiento es el principal y primero. El segundo es semejante a él:
“Amarás a tu prójimo como a ti mismo”.
En
estos dos mandamientos se sostienen toda la Ley y los Profetas».
Es palabra de Dios
REFLEXION
Rápido
es Jesús en responder. Su agilidad mental es enorme. No se anda con
subterfugios y vueltas explicativas. Para qué más. El que tenga oído para oír,
que escuche bien; el que no, no hay nada que hacer por más explicaciones e
interpretaciones que se le den.
Sabe
resumir la Ley entera y los profetas en ese 2 x 1: Amar a Dios y al prójimo. No
era fácil hacerlo estando como estaban acostumbrados a las 622 leyes del A. T.
¿Tan pocas? Jesús, Tú lo resumes muy fácilmente. La gente necesita
más y más leyes, sino no están conformes ni satisfechos. Les encanta que les
digan lo que tienen que hacer. Cuando en una institución civil o religiosa
proliferan las normas, amplían su código de conducta con leyes para todo, corre
el riesgo de no cumplirse ninguna. Lógico. Los derechos, por muy canónicos que
sean, están dados para iluminar y clarificar, no para atar y crear sensación de
que uno no es como debiera ser.
Jesús
es práctico. Supo resumir, haciendo del amor y la amistad el centro de todo.
Después cada uno debe saber cómo vivenciar y hacer realidad ese amor. ¡Vaya si
se sabe! Los esclavos de la Ley o de las leyes no aportan gran cosa a la
dinámica vital del cristianismo. Eso no quiere decir que no deba haber leyes y
que todo sea anarquía. No. Están ahí para encauzar la libertad, no para
oprimirla. No debemos confundir el cómo con el qué. Las leyes orientan, vienen
bien, pero después cada uno debe saber cómo ha de ser su obrar libre. Si
es verdad, y lo es, que la verdad nos hace libres, vivir con sinceridad y veracidad
amplía nuestro campo de libertad.
¿Cómo
reaccionaron al oírle? Quedarían confundidos, confusos. Lo importante es cómo
reaccionamos nosotros y si después de oír a Jesús, nos sigue interesando el
participar de su presencia/reinado de Dios. El resto… Iremos viendo.
Fr. José Antonio Solórzano Pérez O.P.
Casa San Alberto Magno (Madrid)