Su padre era rey de
Hungría y fue hermano de Santa Eduvigis. Nacida en 1207, vivió en la tierra
solamente 24 años, y fue canonizada apenas cuatro años después de su muerte. La
Iglesia Católica ha visto en ella un modelo admirable de donación completa de
sus bienes y de su vida entera a favor de los pobres y de los enfermos.
Cuando ella sólo
tenía veinte años y su hijo menor estaba recién nacido, el esposo murió
luchando en las Cruzadas. La Santa estuvo a punto de sucumbir a la
desesperanza, pero luego aceptó la voluntad de Dios. Renunció a propuestas que
le hacían para nuevos matrimonios y decidió que el resto de su vida sería para
vivir totalmente pobre y dedicarse a los más pobres. Daba de comer cada día a
900 pobres en el castillo.
Un día, después de
las ceremonias, cuando ya habían quitado los manteles a los altares, la santa
se arrodilló ante un altar y delante de varios religiosos hizo voto de
renunciar a todos sus bienes y de vivir totalmente pobre, como San Francisco de
Asís hasta el final de su vida y de dedicarse por completo a ayudar a los más
pobres. Cambió sus vestidos de princesa por un simple hábito de hermana franciscana.
Cuando apenas iba a cumplir sus 24 años, el 17 de noviembre del año 1231, pasó
de esta vida a la eternidad.
Los milagros que
sucedieron en su sepulcro movieron al Sumo Pontífice a declararla santa, cuando
apenas habían pasado cuatro años de su muerte, y además, Santa Isabel de
Hungría fue declarada patrona de la Arquidiócesis de Bogotá.
FUENTE: ACIPRENSA