San Alberto fue el
maestro de Santo Tomás de Aquino, el más importante de los teólogos de todos
los tiempos, pero Alberto es un hombre grande por sí mismo. De
origen suabo, pertenecía a la familia Bollstädt; nació en el castillo de
Lauingen, a orillas del Danubio, en 1206.
Lo único que sabemos
sobre su juventud, es que estudió desde los 16 años en la Universidad de Padua
donde vivía su tío. Allí encontró en 1222, al Beato Jordán de Sajonia, segundo
maestro general de la orden de Santo Domingo, quién lo dirigió en la vida
religiosa y escribió desde Padua a la Beata Diana de Andelo, que estaba en
Bolonia, anunciándole que había admitido en la orden a diez postulantes,
"y dos de ellos son hijos de condes alemanes". Uno era
Alberto.
Cuando el conde de
Bollstädt se enteró de que su hijo vestía el hábito de los frailes mendicantes,
se enfureció sobremanera y habló de sacarlo por la fuerza de la
orden. Pero los superiores de Alberto le enviaron discretamente a otro convento,
probablemente el de Colonia, Alemania donde estaba la escuela más importante de
la orden y la cosa paró ahí. El hecho es que Alberto enseñaba en Colonia
en 1228 y en 1229 vistió el hábito de los frailes predicadores. Más tarde,
fue prefecto de estudios y profesor en Hildesheim, Friburgo de Brisgovia y
Estrasburgo. Cuando volvió a Colonia, era ya famoso en toda la provincia
alemana.
Como París era
entonces el centro intelectual de Europa occidental, Alberto pasó ahí algunos
años como maestro subordinado, hasta que obtuvo el grado de
profesor. La concurrencia de estudiantes a sus famosas clases fue
tan grande que debió enseñar en la plaza pública, la cual, aunque pocos lo
saben, lleva su nombre. Se trata de la Plaza Maubert, nombre que viene de
"Magnus Albert".
Elegido superior
provincial de Alemania, abandonó la cátedra de París y estuvo constantemente
presente en las comunidades que gobernaba, recorriendo a pie la región,
mendigando por el camino el alimento y el hospedaje para la noche.
En 1248, los
dominicos determinaron abrir una nueva Universidad ("studia
generalia") en Colonia y nombraron rector a San Alberto. Desde
entonces hasta 1252, tuvo entre sus discípulos a un joven fraile llamado Tomás
de Aquino.
En aquella época, la
filosofía comprendía las principales ramas del saber humano accesibles a la
razón natural: la lógica, la metafísica, las matemáticas, la ética y las
ciencias naturales. Entre los escritos de San Alberto, que forman
una colección de treinta y ocho volúmenes in-quarto, hay obras sobre todas esas
materias, por no decir nada de los sermones y de los tratados bíblicos y
teológicos. La figura de San Alberto y la de Rogelio Bacon se
destacan en el campo de las ciencias naturales, cuya finalidad, según dice el
santo, consiste en "investigar las causas que operan en la
naturaleza". Algunos autores llegan incluso a decir que San Alberto
contribuyó aún más que Bacon al desarrollo de la ciencia. En efecto, fue
una autoridad en física, geografía, astronomía, mineralogía, alquimia (es decir,
química) y biología, por lo cual nada tiene de sorprendente que la leyenda le
haya atribuido poderes mágicos. En sus tratados de botánica y fisiología
animal, su capacidad de observación le permitió disipar leyendas como la del
águila, la cual, según Plinio, envolvía sus huevos en una piel de sorra y los
ponía a incubar al sol. También han sido muy alabadas las observaciones
geográficas del santo, ya que hizo mapas de las principales cadenas montañosas
de Europa, explicó la influencia de la latitud sobre el clima y, en su
excelente descripción física de la tierra demostró que ésta es redonda.
Pero el principal
mérito científico de San Alberto reside en que, al caer en la cuenta de la
autonomía de la filosofía y del uso que se podía hacer de la filosofía
aristotélica para ordenar la teología, re-escribió, por decirlo así, las obras
del filósofo para hacerlas aceptables a los ojos de los críticos
cristianos. Por otra parte, aplicó el método y los principios
aristotélicos al estudio de la teología, por lo que fue el iniciador
del sistema escolástico, que su discípulo Tomás de Aquino había de
perfeccionar. Así pues, fue San Alberto el principal creador del
"sistema predilecto de la Iglesia". El reunió y seleccionó
los materiales, echó los fundamentos y Santo Tomás construyó el edificio. Al
mismo tiempo se mantenía humilde y rezaba así: "Señor Jesús pedimos tu
ayuda para no dejarnos seducir de las vanas palabras tentadoras sobre la
nobleza de la familia, sobre el prestigio de la Orden, sobre lo que la ciencia
tiene de atractivo".
San Alberto escribió
durante sus largos años de enseñanza y no dejó de hacerlo cuando se dedicó a
otras actividades. Como rector del "studium" de colonia, se
distinguió por su talento práctico, de suerte que de todas partes le llamaban a
arreglar las dificultades administrativas y de otro orden. En 1254, fue
nombrado provincial en Alemania. Dos años más tarde, con su alto cargo
asistió al capítulo general de la orden en París, donde se prohibió a los
dominicos que aceptasen en las universidades el título de "maestro" o
"doctor" o cualquier otro tratamiento que no fuera el de su propio
nombre. Para entonces, ya se le llamaba a San Alberto "el doctor
universal", y el prestigio de que gozaba había provocado la envidia de los
profesores laicos contra los dominicos. En vista de esa dificultad, que
había costado a Santo Tomás y a San Buenaventura un retraso en la obtención del
doctorado, San Alberto fue a Italia a defender a las órdenes mendicantes contra
los ataques de que eran objeto en París y otras ciudades. Guillermo de
Saint-Amour se había hecho eco de dichos ataques en su panfleto "Sobre los
peligros de la época actual". Durante su estancia en Roma, San
Alberto desempeñó el cargo de maestro del sacro palacio, es decir, de teólogo y
canonista personal del Papa. Por entonces, predicó en las diversas
iglesias de la ciudad.
En 1260, el Papa le
ordenó obispo de la sede de Regensburgo, la cual, según se le informó, era
"un caos, tanto en lo espiritual como en lo material". San
Alberto fue obispo de Regensburgo menos de dos años, pues el Papa Urbano IV
aceptó su renuncia, permitiéndole regresar a la vida de comunidad en el
convento de Würzburg y a enseñar en Colonia. Pero en ese breve período hizo
mucho por remediar los problemas de su diócesis. Su humildad y pobreza
eran ejemplares. Desgraciadamente, los intereses creados y la persistencia de
ciertos abusos no permitieron al santo terminar la obra comenzada. Para gran
gozo del maestro general de los dominicos, Beato Humberto de Romanos, que había
tratado en vano de impedir que Alejandro le consagrase obispo, San Alberto
volvió al "studium" de Colonia. Pero al año siguiente, el santo
recibió la orden de colaborar en la predicación de la Cruzada en Alemania con
el franciscano Bertoldo de Ratisbona.
Una vez terminada esa
tarea, San Alberto volvió a Colonia, donde pudo dedicarse a escribir y enseñar
hasta 1274, cuando se le mandó asistir al Concilio Ecuménico de Lyon. En
víspera de partir, se enteró de la muerte de su querido discípulo, Santo Tomás
de Aquino (según se dice, lo supo por revelación divina). A pesar de esta
impresión y de su avanzada edad, San Alberto tomó parte muy activa en el
Concilio, ya que, junto con el Beato Pedro de Tarantaise (Inocencio X) y
Guillermo de Moerbeke, trabajó ardientemente por la reunión de los griegos,
apoyando con toda su influencia la causa de la paz y de la reconciliación.
Probablemente, la
última aparición que hizo en público tuvo lugar tres años más tarde, cuando el
obispo de París, Esteban Tempier, y otros personajes, atacaron violentamente
ciertos escritos de Santo Tomás. San Alberto partió apresuradamente a
París para defender la doctrina de su difunto discípulo, que coincidía en
muchos puntos con la suya, y propuso a la Universidad que le diese la oportunidad
de responder personalmente a los ataques; pero ni aun así consiguió evitar que
se condenasen en París ciertos puntos.
En 1278, cuando
dictaba una clase, le falló súbitamente la memoria y perdió la agudeza de
entendimiento.
San Alberto había
dicho que, de joven, le costaban los estudios y que por eso una noche dispuso
huir del colegio donde estudiaba. Pero al tratar de huir por una
escalera colgada de una pared, cuando llegó a la parte de arriba se encontró
con Nuestra Señora la Virgen María que le dijo: "Alberto, ¿por qué en vez
de huir del colegio, no me rezas a mí que soy 'Causa de la
Sabiduría'? Si me tienes fe y confianza, yo te daré una memoria
prodigiosa. Y para que sepas que sí fui yo quien te la concedí, cuando ya
te vayas a morir, olvidarás todo lo que sabías". Aquello
sucedió como la Virgen le dijo.
Dos años después, a
los 74 años, murió apaciblemente, sin que hubiese padecido antes enfermedad
alguna, cuando se hallaba sentado conversando con sus hermanos en
Colonia. Era el 15 de noviembre de 1280. Se había mandado a
construir su propia tumba, ante la cual todos los días iba a rezar el Oficio de
Difuntos.
No fue beatificado
sino hasta 1622, y aunque se le veneraba ya mucho, especialmente en Alemania,
la canonización se hizo esperar todavía. En 1872 y en 1927, los
obispos alemanes pidieron a la Santa Sede su canonización, pero al parecer,
fracasaron. Finalmente, el 16 de diciembre de 1931, Pío XI, en una
carta decretal, proclamó a Alberto Magno Doctor de la Iglesia lo que equivalía
a la canonización e imponía a toda la Iglesia de occidente la obligación de
celebrar su fiesta. San Alberto, según dijo el sumo Pontífice, poseyó en
el más alto grado el don raro y divino del espíritu científico... Es
exactamente el tipo de santo que puede inspirar a nuestra época, que busca con
tantas ansias la paz y tiene tanta esperanza en sus descubrimientos científicos". San
Alberto es el patrono de los estudiantes de ciencias naturales.
FUENTE : ACIPRENSA