Es palabra
del Señor
REFLEXION
Lo que Jesús nos pide insistentemente es tener fe.
En numerosos pasajes de los evangelios vemos esa reclamación: Hombres de poca
fe. Y en el evangelio de hoy, Mateo nos narra la fe del centurión en el
encuentro con Jesús. “Mi siervo está paralítico en cama y sufre mucho”, le
presenta el centurión a Jesús. Cuando Jesús le contesta: “Voy yo a curarlo”,
las palabras del centurión sorprenden al Señor: “¿Quién soy yo para que entres
en mi casa? Y Jesús, admirado, añade: “En Israel no he encontrado en nadie
tanta fe”. La moraleja está clara, tenemos tan poca confianza en que Jesús nos
escucha y nos acompaña, que nuestras súplicas se quedan siempre suspendidas de
nuestros miedos. No somos capaces de acercarnos confiados a pedir que el Señor
realice las urgencias que necesitamos. Y no somos valientes a pedir, porque no
estamos dispuestos a seguir el compromiso que nuestra oración puede
implicarnos. Aquello de a Dios rogando y con el mazo dando, nos retrae de pedir
a Dios por nosotros y nuestros vecinos. No pedimos porque la fe exige
compromiso, supone implicarse en hacer presente a ese Jesús de la ciudad de
Dios, a ese Cristo de la paz y la justicia. Ser valientes como el centurión,
para pedir por el hermano necesitado, enfermo o marginado que está en nuestro camino
requiere fe y compromiso. Fe en que el Señor nos acompaña en la tarea de
recuperar a nuestro hermano y que Él suple nuestras carencias. Y compromiso
para sacar adelante y proveer las necesidades que detectamos y nos sangran. Fe,
toda la fe del mundo para acercarnos humildemente al Señor y decirle como el
padre del niño endemoniado del evangelio de Marcos: Señor yo creo pero aumenta
mi fe. Dame valor y coraje para hacer presente tu Reino y tu evangelio en este
mundo, aumente mi fe y la confianza de que Tú nos acompañas siempre.
Nos ponemos en las manos del Señor porque Él es
nuestra esperanza, y caminamos hacia Él.
D. Oscar Salazar, O.P.
Fraternidad de Laicos Dominicos de San Martín de Porres
(Madrid)