Es palabra
del Señor
REFLEXION
El
Evangelio de hoy, en correspondencia con la festividad que celebramos, nos
narra la vocación de los cuatro primeros discípulos de Jesús, entre los
cuales se encuentra Andrés. El relato de la llamada es semejante al que
Marcos presenta en su evangelio y en el mismo contexto geográfico: la ribera
del mar de Galilea. La novedad de Mateo es que sitúa la llamada un poco antes
del primer gran discurso de su relato, donde los discípulos oirán al Maestro
proclamar su gran enseñanza. El
oficio de Andrés como el de su hermano, Simón llamado Pedro, era el de
pescador. Jesús los encuentra en plena faena, echando las redes en el mar, y
los llama. La propuesta de Jesús no deja de ser sorprendente: “Venid conmigo,
y os haré pescadores de hombres”. La labor de un pescador es pescar peces,
tanto para su sustento diario como para la venta del producto. Sin embargo,
¿qué aporta pescar hombres? ¿qué garantiza el fruto de dicha tarea? Los dos
hermanos se han dejado seducir por la persona de Jesús, él es lo
suficientemente atrayente como para que dos curtidos pescadores abandonen al
instante sus redes y le sigan. Más
tarde, cuando el Maestro no esté, irán aprendiendo en el itinerario de la
vida, con sus luces y sus caídas, qué es ser pescador de hombres. Tarea a la
que se dedicaran con pasión cuando hayan descubierto la identidad del
Maestro. Es
Juan en su evangelio (1,35-42) quien perfila un poco la personalidad de
Andrés. Hombre reservado, inquieto, en búsqueda, discípulo del Bautista, que
decide seguir a Jesús cuando su maestro declara: “He ahí el cordero de Dios”.
Descubrir quién es Jesús es todo un proceso dinámico en el corazón de todo
creyente que le impulsa a contar, a proclamar, a llevar a otros al
conocimiento del verdadero Maestro. Es Andrés, el hermano pequeño, el que
lleva a Pedro al encuentro con Jesús. Los
dos hermanos, junto con los Zebedeos (Santiago y Juan), también llamados por
Jesús a orillas del lago, serán los testigos privilegiados del primer
discurso de Jesús dónde va a presentar su gran enseñanza: el Sermón de la
Montaña. Que
San Andrés nos ayude a caminar ligeros de equipaje, a hacer de nuestra vida
una constante búsqueda de quién es Jesús, el Maestro de Nazaret para cada uno
de nosotros y nosotras, solo así podremos algún día “ser pescadores de
hombres”. |