19/11/21

EVANGELIO SABADO 20-11-2021 SAN LUCAS 20, 27-40 XXXIII SEMANA TIEMPO ORDINARIO




 En aquel tiempo, se acercaron algunos saduceos, los que dicen que no hay resurrección, y preguntaron a Jesús:

«Maestro, Moisés nos dejó escrito: “Si a uno se le muere su hermano, dejando mujer pero sin hijos, que tome la mujer como esposa y dé descendencia a su hermano». Pues bien, había siete hermanos; el primero se casó y murió sin hijos. El segundo y el tercero se casaron con ella, y así los siete, y murieron todos sin dejar hijos. Por último, también murió la mujer. Cuando llegue la resurrección, ¿de cuál de ellos será la mujer? Porque los siete la tuvieron como mujer».
Jesús les dijo:
«En este mundo los hombres se casan y las mujeres toman esposo, pero los que sean juzgados dignos de tomar parte en el mundo futuro y en la resurrección de entre ¡os muertos no se casarán ni ellas serán dadas en matrimonio. Pues ya no pueden morir, ya que son como ángeles; y son hijos de Dios, porque son hijos de la resurrección.
Y que los muertos resucitan, lo indicó el mismo Moisés en el episodio de la zarza, cuando llama al Señor: “Dios de Abrahán, Dios de Isaac, Dios de Jacob”. No es Dios de muertos, sino de vivos: porque para él todos están vivos».
Intervinieron unos escribas:
«Bien dicho, Maestro».
Y ya no se atrevían a hacerle más preguntas.

                                          Es palabra del Señor

REFLEXION

El Evangelio de hoy nos presenta una cuestión teológica muy discutida en tiempos de Jesús, la cuestión sobre la fe en la resurrección. Los saduceos, la negaban, mientras que los fariseos la afirmaban. Hay que tener presente que estos dos grupos eran los más relevantes en la sociedad judía del tiempo de Jesús. Unos, los saduceos, eran los más poderosos; los otros, los fariseos, eran los más religiosos y “perfectos" en el cumplimiento de la Ley. Pero el pueblo sencillo quedaba al margen de estas disputas teológicas que a ellos les decían muy poco.

Sin embargo hay que resaltar un concepto que aparece en esta lectura y que sí tiene una gran relevancia espiritual.

“Moisés nos dejó escrito: «Si a uno se le muere su hermano, dejando mujer pero sin hijos, cásese con la viuda y dé descendencia a su hermano». Aparece aquí la figura del Goel, el redentor. Era esa persona encargada de proteger y cuidar de una viuda y sus derechos. Era el encargado de dar descendencia a su hermano o pariente y proteger su prole si ya la tenía. Era también el vengador de sangre, encargado de vengar una injusticia si alguien había asesinado a alguien o cometido algún fraude, o engañado a un indefenso.

Hermanos, este goel, este redentor, nosotros lo identificamos con Jesucristo, que ha saldado la deuda contraída por nuestros pecados, él ha salido fiador por nosotros. Ha roto el documento que nos condenaba clavándolo en la cruz. Y mediante su acción redentora nos devuelve la capacidad de ser hijos de Dios, de estar vivos siempre frente a Él, sin temor, con plena confianza. Nos ha devuelto la confianza en la resurrección, nuestra vida tiene sentido, porque sabemos bien adónde va, por eso el cristiano es el que no tiene miedo a la muerte ya que ésta es sólo el paso definitivo al encuentro pleno y total con quien sabemos nos ama. Es ésta una gran alegría, una buena noticia, que nos anima en este final del año litúrgico y renueva nuestra esperanza de cara al futuro.

Oración: Señor, dame la humildad de corazón para no perderme en razonamientos inútiles que me apartan de Ti, enfrían mi alma y me alejan del servicio a los hermanos. Que la esperanza en tu Resurrección avive en mí el deseo de encontrarme contigo para siempre. Amén.

Sor Inmaculada de la Cruz, OP
Monasterio Santa Mª de Gracia, Córdoba