Es
palabra del Señor
REFLEXION
El Evangelio de hoy nos presenta una cuestión
teológica muy discutida en tiempos de Jesús, la cuestión sobre la fe en la
resurrección. Los saduceos, la negaban, mientras que los fariseos la afirmaban.
Hay que tener presente que estos dos grupos eran los más relevantes en la
sociedad judía del tiempo de Jesús. Unos, los saduceos, eran los más poderosos;
los otros, los fariseos, eran los más religiosos y “perfectos" en el
cumplimiento de la Ley. Pero el pueblo sencillo quedaba al margen de estas
disputas teológicas que a ellos les decían muy poco.
Sin embargo hay que resaltar un concepto que
aparece en esta lectura y que sí tiene una gran relevancia espiritual.
“Moisés nos dejó escrito: «Si a uno se le muere su
hermano, dejando mujer pero sin hijos, cásese con la viuda y dé descendencia a
su hermano». Aparece aquí la figura del Goel, el redentor.
Era esa persona encargada de proteger y cuidar de una viuda y sus derechos. Era
el encargado de dar descendencia a su hermano o pariente y proteger su prole si
ya la tenía. Era también el vengador de sangre, encargado de vengar una
injusticia si alguien había asesinado a alguien o cometido algún fraude, o engañado
a un indefenso.
Hermanos, este goel, este
redentor, nosotros lo identificamos con Jesucristo, que ha saldado la deuda
contraída por nuestros pecados, él ha salido fiador por nosotros. Ha roto el
documento que nos condenaba clavándolo en la cruz. Y mediante su acción
redentora nos devuelve la capacidad de ser hijos de Dios, de estar vivos
siempre frente a Él, sin temor, con plena confianza. Nos ha devuelto la
confianza en la resurrección, nuestra vida tiene sentido, porque sabemos bien
adónde va, por eso el cristiano es el que no tiene miedo a la muerte ya que
ésta es sólo el paso definitivo al encuentro pleno y total con quien sabemos
nos ama. Es ésta una gran alegría, una buena noticia, que nos anima en este
final del año litúrgico y renueva nuestra esperanza de cara al futuro.
Oración: Señor, dame la humildad de corazón para no
perderme en razonamientos inútiles que me apartan de Ti, enfrían mi alma y me
alejan del servicio a los hermanos. Que la esperanza en tu Resurrección avive
en mí el deseo de encontrarme contigo para siempre. Amén.
Sor Inmaculada
de la Cruz, OP
Monasterio Santa Mª de Gracia, Córdoba