Es
palabra del Señor
REFLEXION
Mateo abre un camino genealógico de Jesús partiendo
de la experiencia del resucitado en su comunidad: “libro del origen de Jesucristo”.
Para quien no conozca nada o casi nada del contenido de la biblia, escuchar una
serie de nombres que se remontan a millones de años, puede producir un rechazo
y abrir un interrogante infranqueable.
Los antepasados de Jesús (algunos de ellos no son
probables históricamente), nos descubren algo infinitamente extraordinario: son
hombres y mujeres con historias en ocasiones gloriosas y en muchas otras
vergonzosas, historias rotas y vidas manchadas, pero hombres y mujeres amados,
guiados y acompañados por la mano providente de Dios; en su camino de luces y
sombras han mantenido la antorcha de la fe de generación en generación.
Tres ideas trasversales que cruzan este texto:
“Jesucristo hijo de David”, “José el esposo de María” y “María de la cual nació
Jesús, llamado Cristo”. Las tres convergen en un único centro: “el
plan providente de Dios”. El mismo relato nos lo ha ido indicando: sin esa mano
providente de Dios la historia de salvación habría quedado truncada desde su
origen. El texto marca paulatinamente la historia de amor de Dios con su
pueblo, de ahí que comienza indicando un origen personal, el de Jesucristo, y
acaba el relato con una mención específica y muy singular, a sus padres “José,
el esposo de María de la cual nació Jesús”.
Mirar y orar el texto con los ojos del corazón nos
ayudará a volver la mirada hacia nuestra propia historia y la historia de la
humanidad, con sus noches frías del invierno de la fe y los días claros de la
esperanza sin fin, y percibir que es atravesada por la misma “Palabra
providente de Dios”, palabra sanadora, fortalecedora, providente y
amorosa, palabra que embellece y confiere la paz, palabra capaz de
iluminar nuestros pasos con la presencia resucitada de Jesús para que aun en la
incertidumbre de la oscuridad podamos escuchar en lo profundo del ser:
“que él defienda a los humildes del pueblo, socorra a los hijos del
pobre”.
Sor Mª Ángeles Martínez, OP
Monasterio de la Sta Trinidad (Orihuela)