La Iglesia
venera a los Santos Inocentes como los primeros mártires que tuvieron que
derramar su sangre a causa de Cristo. Dice San Agustín que con razón pueden
considerarse como las primicias de los mártires. Su celebración litúrgica
estuvo unida en el siglo IV con la fiesta del nacimiento de Cristo.
Mateo (2,
16-18), dentro del evangelio de la infancia de Jesús y con el estilo midrásico
que caracteriza a los dos primeros capítulos de este Evangelio, refiere la
muerte de los niños inocentes de Belén. Fue una consecuencia de la actitud de
los magos de Oriente que, avisados en sueños, regresaron a su patria sin volver
a Jerusalén conforme a la indicación que les había hecho Herodes. Éste, al
verse defraudado, con la intención de hacer morir al nacido «Rey de los
judíos», da orden de matar a todos los niños inferiores a dos años en Belén y
su comarca.
La actitud de
Herodes
No tenemos
constancia de este episodio en las fuentes históricas extrabíblicas, que sólo
refiere, entre los evangelistas, San Mateo. Pero sí de los numerosos y
horrendos crímenes llevados a cabo por Herodes, ante los cuales sería de menor
relevancia la muerte de los niños de Belén. Según el testimonio del historiador
judío Flavio Josefo, hizo matar a las siguientes personas: a su yerno José; a
Salomé; a Hircano II, sumo sacerdote; a Mariamme, asmonea, su mujer, a quien
amaba extraordinariamente; a Aristóbulo, hermano de ésta; a Alejandra, hermana
de éstos; a sus propios hijos, Alejandro, Aristóbulo y Antípatro (a éste, cinco
días antes de su muerte); a Kostobaro, noble idumeo; a otra mujer llamada
Salomé; a Bagoas y a todos los siervos que habían concebido esperanzas
mesiánicas. Hizo encerrar en el anfiteatro de Jericó a todos los personajes
importantes de la ciudad, dando orden de que fuesen muertos a flechazos el día
de su muerte (lo que no se cumplió) (cf. Antq. XVII, 1, 1; 2, 4; 3, 3. De bello
jud., 28, 6; 29, 1).
Macrobio
(siglo V) recuerda las palabras de Augusto al saber que Herodes había mandado
matar a su propio hijo: «Vale más ser el cerdo (hys) de Herodes que su hijo
(huión)» (advierte que los judíos no comían carne de cerdo). J. Klausner,
judío, profesor de la Universidad hebrea de Jerusalén, caracteriza la historia
de Herodes como una historia de «matanzas, confiscación de propiedades, duros
tributos y desprecio de la Ley... Gota a gota Herodes drenó la sangre de los
judíos durante los treinta y tres años de su gobierno. Raramente pasaba un día
sin que alguien fuese ajusticiado» (Jesús de Nazaret. Su vida, tiempos y
enseñanza. Buenos Aires, Edic. Paidós, p. 144). Podemos concluir que «Herodes
es el prototipo de todos los opresores que asesinan sólo por miedo a perder un
ápice de poder. En los inocentes de Belén vemos una realidad que siglo tras
siglo, década tras década, empaña la historia de la humanidad y se torna en
rostros concretos, independientes de las razas o religiones... Los santos
inocentes están vivos hoy y siguen mostrándonos sus rostros perseguidos» (P. I.
Fraile Yécora).
Gabriel
Pérez Rodríguez